El penique de Hemingway



La casa donde vivió el escritor y periodista en Key West, en la punta sur de la península estadounidense de Florida, muy cerca de su amada Cuba, fue transformada en museo. Es el extremo final de la panorámica ruta de los cayos y famosa por los recuerdos que atesora (y su multitud de gatos).

En Key West –también conocida como Cayo Hueso, tal como lo llaman muchos guías que acompañan a los visitantes en el recorrido de la islita- uno se encuentra en el punto más cercano entre Estados Unidos y Cuba. Apenas 150 kilómetros, menos distancia que desde Miami, punto inicial de la preciosa “ruta de los cayos”, que enlaza una isla tras otra y en algunos tramos es una cinta de asfalto trazada sobre el puro mar.
En ambos lados vivió Hemingway, en Key West y en Cuba, forjando su mito de escritor y periodista. Para desandar su historia y comprender al personaje, nada mejor que conocer su casa museo de la península de la Florida, donde permaneciera varios años antes de instalarse en La Habana. Hoy la residencia es un museo que vale la pena conocer.

Viejo refugio de piratas

Mucho antes de ser un paraíso turístico y un puerto de cruceros, Key West era un destino buscado por los corsarios y cazadores de tesoros. Hemingway lo visitó por primera vez en 1928, cuando vivía en París, por recomendación de su colega John Dos Passos. Pero –vueltas de la vida- no viajó desde Europa sino desde la capital cubana. Sus dos días de estadía se transformaron en seis semanas: el tiempo que le hizo falta a este lugar minúsculo pero encantador para atraparlo. Aquí se inició en la pesca deportiva; aquí tomó también la costumbre de regresar cada invierno hasta que en 1931 finalmente se instaló con su esposa, Pauline Pfeiffer. La residencia elegida fue la casona de Whitehead 907 que el escritor ocuparía hasta 1939. En ese año él se fue a La Habana con otra mujer; ella se quedó con sus hijos en Key West hasta su muerte.

Bajo el sol intenso de la Florida, los jardines y los árboles de la casa-museo ofrecen una deliciosa sombra reparadora. Aunque está cerca de la comercial Duval Street, con su concentración de bares y negocios de recuerdos, y del muy concurrido monumento que indica las 90 millas de distancia hasta Cuba, aquí todo es paz. A pesar de los años transcurridos, esta mansión levantada con la piedra coral típica de la zona conserva el espíritu de Hemingway: están sus libros, muchos libros; sus muebles traídos desde Europa; sus trofeos conseguidos en los safaris africanos. Fue Pauline quien plantó las palmeras y las flores tropicales que aún perduran; y también quien decidió hacerle un particular regalo sorpresa: una pileta (la primera que hubo en Key West) que le costaría la suma exorbitante de 20.000 dólares… cuando la casa toda se había pagado 8000. Los guías cuentan una anécdota junto con esta historia: cuando el escritor supo el monto del regalo, con desesperación sacó una moneda del bolsillo y se lo dio a su mujer, diciendo: “Ten, es el último penique que me queda”. Ese penique -¿u otro idéntico?- está pegado ahora sobre el piso de cemento en torno a la piscina y buscar su ubicación es un rito de todo visitante.

Vida de gatos

Pero hay algo más que distingue a la casa. Los gatos, por decenas. Hay entre 40 y 50 y lo más extraordinario es que todos tienen seis dedos: porque todos portan el prolífico ADN que Snow White, un minino que se dice que un navegante le regaló a Hemingway cuando vivía en Key West. Parecen los auténticos dueños de casa: suben y bajan por todos lados, luciendo sus diferentes colores y tamaños (por no hablar de razas), y duermen tranquilamente sobre la cama. Hasta tienen su cementerio en el jardín posterior, con su respectiva lápida y nombre.

Las otras curiosidades de la residencia del escritor incluyen objetos vinculados con sus dos pasiones, la pesca y las corridas de toros; antiguos muebles españoles; porcelanas italianas; una botella de licor (con llave) y regalos de celebridades varias. También se puede visitar su estudio, donde escribió Por quién doblan las campanas, para evocar la magia de su escritura y la extraordinaria fuerza de su personalidad.

                                                       Fuente: BUENOS VIAJES · Digital 12/06/2018

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